Intervención Rabino Alejandro Bloch

Conversatorio “Crisis desde una visión judía”

Domingo 10 noviembre de 2019

Intervención de Alejandro Bloch

Rabino Comunidad NBI

 

Como argentino me tocó acompañar a las personas luego del antentado a la Embajada de Israel, de la Amia y todas las cosas que pasan en periódicamente en Argentina. Hay un chiste que dice que si se va a la Argentina por veinte días, no se conoce el país; pero si te vas de Argentina por veinte años, está igual que cuando se fue (risas).

Como líder de la comunidad me tocó muchas veces, como dijo Ana María hace un ratito, sostener a la Comunidad, y la pregunta es ¿Cómo se sostiene una comunidad que tuvo una bomba? ¿Qué tuvo una crisis? Y las sinagogas y las instituciones tienen que seguir funcionando, y no permitir que el miedo y la angustia nos separe, nos paralice y no nos permita ser quienes somos.

En ese sentido en siete minutos voy a tratar de compartir ideas para que ustedes puedan discutir en cada uno de sus grupos.

La primera es algo que mencionó Ana María, uno de los mitos más importantes que esta experiencia ha derrumbado en quince minutos, que es, que los judíos vivimos en otro mundo.

La experiencia de lo que está pasando en Chile ahora demolió la idea que podemos poner barreras más altas, que podemos poner barreras simbólicas, y que a nosotros no nos va a pasar nada. Nos pasó a todos algo. Eso incluye, preocuparnos por amigos, o cambiar los horarios habituales, o el trabajo o el negocio, o lo que sea.

El mito que nosotros vivimos en un oasis, quedó demolido, de un plumazo. Hasta las horas de tefilot tuvimos que cambiar en función de la nueva realidad que estamos viviendo. En definitiva, que no podemos vivir en un gueto físico, por más que levantemos las paredes, pues pueden caerse; ni un gueto mental pues del color que nos vistamos, nos guste o no, estamos en la sociedad.

En ese sentido, una de las conclusiones, es que no podemos ser observadores. No existe eso que el partido se juegue de un lado, y nosotros del otro lado; porque no existe un lado y el otro, pues somos todos parte de una misma ciudad.

Entonces nos toca recordar que vivimos en una polis. Vivimos en una ciudad que tenemos un espacio común, donde hay que participar de esas conversaciones. Recuerdo que cuando a los judíos les invitaron a ser parte de la polis durante la Revolución Francesa, no crean que estaban todos muy contentos; fue también una imposición; pero ahora que somos ciudadanos no podemos dar un paso para atrás. Y no podemos vivir en una situación de privilegios. Me refiero a esos privilegios que nos daban y quitaban los reyes. Hoy somos todos ciudadanos, y en ese sentido, lo primero que hice a partir de esa experiencia en Argentina, como rab fueron dos cosas:

 

La primera, preguntarse ¿Qué cosas comparto con las personas que viene a la sinagoga, a las clases? Personas que necesitan ser contenidas; o ser orientadas. Personas que buscan en nuestras fuentes, en nuestros sabios las ideas que nos permitan transitar en este momento de crisis. En ese sentido, obviamente, que la idea de construir una sociedad más equitativa es básico.

Y una cosa que recuperé y que compartí con Jorge, es la frase de Abraham Joshua Heschel cuando en los años sesentas dij: ‘En democracia no todos somos culpables; pero somos todos responsables’. Es decir, somos parte de la sociedad y no podemos decir que siempre la culpa es de otro. Ok, la culpa es de otro; pero que hacemos nosotros, como persona, como comunidad para participar en estos diálogos.

Y en ese sentido creo que la comunidad judía de Chile, no la institución que dirige Gerardo; sino todas las instituciones tienen que repensarse como han funcionado; cuales son las formas de ingresar, cuales son las condiciones de permanencia y de salida. Cuales son las prioridades.

En ese sentido yo creo que en esta crisis la vida comunitaria tiene que transformarse.

La vida judía tiene que ser más acogedora. Tiene que ser más democrática, tiene que ser más participativa. Tiene que haber un cambio radical. Lo digo desde un punto de vista básico. Les doy un ejemplo para ser socio de una comunidad hay que pagar. ¿Eso es lo que hay que hacer? ¿esa es la única forma de pertenecer? Lo digo con profundidad. ¿Cómo construir una comunidad, donde obviamente todos participando con nuestro esfuerzo económico, pero que no sea el único elemento?

Y en ese cambio radical, de esta situación tenemos que salir fortalecidos como comunidad. Y hacer este ejercicio durante estos quince días es bueno. Prácticamente en todas las comunidades la gente se a juntado a hablar y de esto van a salir cosas buenas. De esto van a salir oportunidades, nuevos focos de actividad, y como decíamos en los iamin noraim, abrir las puertas.

Esta sinagoga tiene tres paredes precisamente para que expresar que todos pueden entrar. Y en esta crisis donde el clamor es de personas que están afuera, en el caso nuestro, la comunidad tiene que hacerse cargo.

¿Qué hacemos como comunidad, no para el que nos quiera… sino como se dice en árabe: ניט פֿאַר מיר  Nish far mir (risas) aquellos que dicen ‘no es para mi’, y [esa decisión] hay que aceptarla? Pero como hacer para aquel que sí quiere estar y participar.

Nuestra tradición es que hay círculos de Aron, que amaba la paz y promovía la paz. Nosotros tenemos que ser promotores de la paz, en los espacio que estemos, de dialogo, encuentro, aprendizaje del otro.

Y por último, se habló de tikun olam al principio. Yo creo que la palabra tikun olam está desgastada. Está achicada. Por qué, porque se piensa que tikin olam hoy es: ir y pintar las paredes de una escuela, ir y salvar una cosa. Pero tikun olam es un proceso espiritual más profundo en el cual en nosotros participamos en arreglar el cosmos. Fíjense que poco (risas). Y si nosotros entendemos que pintar una escuela, acompañar a los bomberos es parte de un proceso de equidad global, va a ser mucho más profundo y comprometedor y desafiante que solo ir un domingo a pintar un sitio. Muchas gracias.